Cuando un cortejo procesional se pone en la calle lo primero que nos salta a la vista son los nazarenos, las flores, la música, la imagen y tantos y tantos elementos que tienden a configurar un todo. Un todo que bien podríamos llamar procesión o bien podríamos denominar acercamiento de Cristo al pueblo a través de las imágenes sagradas. Digo esto porque a veces cuando sacamos las procesiones a la calle olvidamos el verdadero sentido de nuestros cortejos pasionarios, que no es otro que acercar la Pasión, Muerte y Resurrección al pueblo.
Como la vida misma los segundos pasan volando, no nos da tiempo a detenernos y reflexionar sobre nuestro presente o simplemente mirar a nuestro alrededor .
Yo ayer acudí como el año pasado a Hellín a ver subir a su Medinaceli al Calvario, con motivo del primer domingo de marzo. Ayer decidí despojarme de mi cámara y sentir todo lo que alrededor de mí ocurria. Ayer decidí mezclarme con la gente de Hellín, decidí simplemente observar, y entre observación y observación pude entender que la FE puede resumir perfectamente las edades de las personas: Cuando somos bebes no somos conscientes de lo que alrededor nuestro pasa, simplemente vamos en el carrito y con la chupeta somos felices, cuando somos un poco más mayores agradecemos a nuestras mamas o papas que nos lleven a la procesión, porque sin ellos no salimos de casa, cuando ya tenemos ciertas alas para volar simplemente vamos, y de adultos vamos en masa donde va el resto o donde van los amigos , simplemente por algún motivo interno o para ver a conocidos y poder charlar con ellos un rato. Es ante la tercera edad donde más reflexiono, es ahí donde ante mis ojos pasan las estampas más tiernas y tristes que suelo ver en los cortejos procesionales. Es desde las ventanas de sus casas, o desde los coches, desde donde las personas ancianas miran con los ojos del cansancio, la enfermedad y el temor la mirada del Redentor y su Santa Madre. En ese cruce de miradas se puede resumir la existencia de las personas mayores, personas que han vivido todas las edades que he narrado anteriormente, y ahora, cuando el ocaso llega a sus vidas se refugian tras el cristal pero no dejan ni un minuto sola la imagen cuando ante sus ojos pasa .Son las personas de la tercera edad el tarro que guarda las esencias que son la historia de nuestros pueblos, historias llenas de guerra, hambre y trabajo de sol a sol, son esas personas las que ahora en la calma o el desamparo de su soledad buscan la mirada del Cautivo para pedirle salud, si es posible, o simplemente cerrar los ojos y recordar aquellos años en los que de manera independiente corrían por las calles de nuestros pueblos siguiendo la procesión, cogían de las manos a sus parejas y seguían el cortejo procesional.
Son esas miradas las que deben enseñarnos que la vida hay que vivirla, hay que dar gracias y hay siempre que guardar en nuestra memoria momentos que nos marcan el devenir de nuestros días, ayer a mí me marco mucho la estampa de la anciana tras el cristal mirando emocionada el paso del Medinaceli de Hellín. Esas miradas no necesitan hablar, ni necesitar expresarse, porque en ellas todo se resume y todo se entiende. En esa mirada se puede ver nítidamente las edades de la FE y la historia de nuestros pueblos.
Yo ayer acudí como el año pasado a Hellín a ver subir a su Medinaceli al Calvario, con motivo del primer domingo de marzo. Ayer decidí despojarme de mi cámara y sentir todo lo que alrededor de mí ocurria. Ayer decidí mezclarme con la gente de Hellín, decidí simplemente observar, y entre observación y observación pude entender que la FE puede resumir perfectamente las edades de las personas: Cuando somos bebes no somos conscientes de lo que alrededor nuestro pasa, simplemente vamos en el carrito y con la chupeta somos felices, cuando somos un poco más mayores agradecemos a nuestras mamas o papas que nos lleven a la procesión, porque sin ellos no salimos de casa, cuando ya tenemos ciertas alas para volar simplemente vamos, y de adultos vamos en masa donde va el resto o donde van los amigos , simplemente por algún motivo interno o para ver a conocidos y poder charlar con ellos un rato. Es ante la tercera edad donde más reflexiono, es ahí donde ante mis ojos pasan las estampas más tiernas y tristes que suelo ver en los cortejos procesionales. Es desde las ventanas de sus casas, o desde los coches, desde donde las personas ancianas miran con los ojos del cansancio, la enfermedad y el temor la mirada del Redentor y su Santa Madre. En ese cruce de miradas se puede resumir la existencia de las personas mayores, personas que han vivido todas las edades que he narrado anteriormente, y ahora, cuando el ocaso llega a sus vidas se refugian tras el cristal pero no dejan ni un minuto sola la imagen cuando ante sus ojos pasa .Son las personas de la tercera edad el tarro que guarda las esencias que son la historia de nuestros pueblos, historias llenas de guerra, hambre y trabajo de sol a sol, son esas personas las que ahora en la calma o el desamparo de su soledad buscan la mirada del Cautivo para pedirle salud, si es posible, o simplemente cerrar los ojos y recordar aquellos años en los que de manera independiente corrían por las calles de nuestros pueblos siguiendo la procesión, cogían de las manos a sus parejas y seguían el cortejo procesional.
Son esas miradas las que deben enseñarnos que la vida hay que vivirla, hay que dar gracias y hay siempre que guardar en nuestra memoria momentos que nos marcan el devenir de nuestros días, ayer a mí me marco mucho la estampa de la anciana tras el cristal mirando emocionada el paso del Medinaceli de Hellín. Esas miradas no necesitan hablar, ni necesitar expresarse, porque en ellas todo se resume y todo se entiende. En esa mirada se puede ver nítidamente las edades de la FE y la historia de nuestros pueblos.
José María Cámara Salmerón
Cofrade y Soñador
17/5/13
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